Comentarios de la vida

viernes, 31 de julio de 2015

LA ENDOMETRIOSIS PUEDE INCIDIR EN LA CALIDAD DE VIDA DE LAS MUJERES

Siguiendo con mí búsqueda y difusión sobre esta enfermedad  llamada endometriosis encontré este articulo y copie de este link: http://www.vanguardia.com.mx/laendometriosispuedeincidirenlacalidaddevidadelasmujeres-2120313.html

La endometriosis produce dolores pélvicos y también origina infertilidad.

La endometriosis es una enfermedad compleja, desconocida y muy frecuente entre las mujeres en edad fértil.

Madrid, España.- Menstruaciones muy dolorosas, calambres en el abdomen, ausencia del periodo, fatiga y cansancio pueden deberse a la endometriosis. Pero, como los síntomas de la enfermedad son variados y pueden cambiar de una paciente a otra, esta patología es difícil de detectar. De hecho, algunas mujeres han tardado años en ser diagnosticadas de endometriosis.

“A pesar de que la confusión y la desinformación continúan rodeando la enfermedad, el dolor profundo y agónico causado por la endometriosis se puede tratar y, en muchos casos, con bastante éxito. Desafortunadamente, debido a la falta de concienciación en la sociedad y en la comunidad médica, a muchas mujeres se les indica que deben soportar su malestar durante años con analgésicos potentes y hormonas, lo que solamente enmascara los síntomas de la enfermedad, señalan desde la Fundación de la Endometriosis de América.

Esta entidad explica que durante la menstruación, el cuerpo de la mujer expulsa el endometrio, el tejido que recubre el interior del útero. No obstante, en las mujeres con endometriosis, parte de esos fluidos se quedan en el cuerpo y se implantan fuera del útero.

DOLOR PÉLVICO E INFERTILIDAD

“La endometriosis es una enfermedad compleja, desconocida y muy frecuente entre las mujeres en edad fértil, que afecta a entre el 5% y el 30% de las mujeres. Se produce por la presencia de endometrio fuera del útero, en la pelvis, lo que produce adherencias y quistes”, detalla Juan Antonio García Velasco, profesor de Ginecología y Obstetricia de la Universidad Rey Juan Carlos y director de la clínica IVI-Madrid.

Según datos de la Fundación de la Endometriosis de América, aproximadamente 176 millones de mujeres en el mundo padecen endometriosis. De hecho, hay 8,5 millones de afectadas solo en Norteamérica.

"Los principales síntomas de la enfermedad son dolor pélvico e infertilidad", comenta el doctor García Velasco. El especialista detalla que en las lesiones que genera la endometriosis quedan atrapadas fibras nerviosas que producen dolor con la regla, con la micción, con la defecación, con las relaciones sexuales, etc.

El ginecólogo afirma que la endometriosis puede causar un dolor incapacitante que genera absentismo escolar y laboral y una gran limitación en la vida de estas mujeres. Al tratarse de una enfermedad desconocida, es difícil explicar en el trabajo que por un dolor intenso de regla una mujer falta dos o tres días, pero esto es una realidad”.

Además de causar dolor, la endometriosis también puede dañar la capacidad de concebir. La infertilidad se produce como consecuencia del daño ovárico o en las trompas de Falopio que inducen estas adherencias y quistes, precisa el facultativo. 

Asimismo, señala que la dificultad para tener hijos "hace que muchas de estas mujeres recurran a la reproducción asistida".

Según datos del Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras, hasta el 50% de las mujeres con problemas de fertilidad podrían tener endometriosis. Asimismo, la Fundación de la Endometriosis de América indica que esta enfermedad está entre las tres causas principales de infertilidad femenina. “Aunque es una de las más tratables, continúa siendo la menos tratada, apunta.

ORIGEN MULTIFACTORIAL.

Esta organización manifiesta que no hay consenso sobre el origen de la endometriosis, aunque  indica que las células madre, la genética, una respuesta inmune disfuncional y desencadenantes ambientales, pueden formar parte del origen multifactorial de la enfermedad. 

Asimismo, el doctor García Velasco subraya que se sabe poco sobre las causas de la endometriosis. 

“La teoría más aceptada es la de la menstruación retrógrada, que sostiene que parte del flujo menstrual drena al interior de la pelvis a través de las trompas en la mayoría de las mujeres. 

Algunas de ellas no son capaces de eliminar este tejido, se les pega a los ovarios, al peritoneo, a las trompas y aparecen las lesiones”, describe.

“Es cierto que esta teoría no explica toda la endometriosis, por lo que hay teorías que hablan también de restos embrionarios de tejido que evolucionan a endometriosis en lugares más complejos como el tabique rectovaginal, el intestino, la vejiga o lugares más remotos como el pulmón, o incluso el cerebro, aunque esto son localizaciones anecdóticas, subraya.

El especialista afirma que diagnosticar endometriosis no es sencillo porque no hay marcadores útiles. 

“La historia clínica de la paciente, una exploración detallada, técnicas de imagen como la ecografía vaginal o incluso la resonancia magnética nuclear (RMN) nos van a ayudar. Pero el diagnóstico definitivo se da mediante la biopsia de estas lesiones y, para ello, hace falta una laparoscopia”, expone.

“Debido a las dificultades que implica su diagnóstico, la endometriosis puede ser confundida con otros trastornos como adenomiosis, apendicitis, quistes ováricos, obstrucción intestinal, cáncer de colon, embarazo extrauterino, enfermedad intestinal inflamatoria o síndrome del intestino irritable, entre otras, destaca la Fundación de la Endometriosis de América.

La Fundación recalca también que la endometriosis no es contagiosa y no se puede prevenir, pero tiene tratamiento. 

En este sentido, el doctor García Velasco indica que puede ser sintomático, con antinflamatorios no esteroideos, fundamentalmente ibuprofeno; o con hormonas (gestágenos o anticonceptivos orales). 

El ginecólogo sostiene que también se puede recurrir a una cirugía del dolor para eliminar las lesiones que ocasionan los síntomas. Además, señala que "en casos de infertilidad se puede emplear la inseminación artificial o fecundación in vitro".

“Es siempre un tratamiento muy individualizado porque cada paciente es diferente y tiene distintas prioridades”, concluye.

DESTACADOS:

+++ Según datos de la Fundación de la Endometriosis de América, aproximadamente 176 millones de mujeres en el mundo padecen endometriosis. De hecho, hay 8,5 millones de afectadas solo en Norteamérica.

+++ “La endometriosis es una enfermedad compleja, desconocida y muy frecuente entre las mujeres en edad fértil, que afecta a entre el 5% y el 30% de las mujeres, indica Juan Antonio García Velasco, profesor de Ginecología y Obstetricia de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España.

+++ La endometriosis puede causar “un dolor incapacitante que genera absentismo escolar y laboral y una gran limitación en la vida de estas mujeres. Al tratarse de una enfermedad desconocida, es difícil explicar en el trabajo que por un dolor intenso de regla una mujer falta dos o tres días, pero es una realidad, subraya el especialista.


Por Purificación León/EFE-Reportajes


Andres

viernes, 24 de julio de 2015

HISTORIA DE LA ENDOMETRIOSIS

Buscando en internet me encontré con este articulo muy interesante para poder compartirlo y lo copie de este link: http://infoendometriosis.jimdo.com/historia-de-la-endometriosis/

Hay descripciones de mujeres con dolor pélvico, esterilidad y desórdenes menstruales desde la antigüedad. En aquellos tiempos, estos desórdenes se agrupaban bajo el nombre de "asfixia de la matriz", y partiendo de las descripciones históricas es imposible distinguir en qué casos se trataba efectivamente de endometriosis y en cuales de otras enfermedades ginecológicas. Como tratamientos habituales contra la asfixia de la matriz se recomendaba tomar cerebro de liebre (para supuestamente cortar la menstruación), granados, cantárida, alquitrán, aceite de ricino, la orina de un toro o de un hombre, o los testículos machacados de un macho cabrío o de zorro aplicados vaginalmente. Algunos de estas medicinas, aunque a primera vista desagradable, podrían haber sido eficaces. Así, los granados contienen Fito estrógenos y otras sustancias que podrían ejercer un efecto anti proliferativo sobre los implantes de endometriosis, y la orina masculina o los testículos machacados contienen testosterona, y por ende constituyen una forma temprana de terapia hormonal antiestrogénica.
Menos eficaz habrá sido un tratamiento habitual en la antigua Grecia: se colgaba a la mujer de las piernas y se sacudía violentamente. Con ello, se pretendía colocar el útero en su lugar, ya que se atribuía la enfermedad al desplazamiento del órgano dentro de la pelvis.


 Algunas de las mujeres condenadas por brujería en la edad media y por la inquisición podrían haber sido en realidad pacientes de endometriosis. Así, en archivos históricos hay varias descripciones de mujeres ejecutadas en la hoguera, debido a que fueron acusadas de brujería porque presentaban sangrados cíclicos en su ombligo, algo típico de la rara endometriosis umbilical, o "menstruaciones aberrantes" con "convulsiones" que fueron considerados indicio de posesión demoníaca. También hay historiadores que toman en consideración la endometriosis umbilical o aquella localizada en cicatrices como una posible explicación de casos de mujeres con ciertos tipos de estigmas.
La primera descripción inequívoca de un caso de endometriosis data de 1690, que es cuando el médico alemán Daniel Shroen describió minuciosamente la enfermedad en su tesis doctoral Disputatio Inauguralis Medica de Ulceribus Ulceri, como una enfermedad de la mujer que llevaba a la formación de úlceras en la vejiga urinaria, el intestino, los ligamentos de sujeción del útero, el mismo útero y el cérvix. A falta de recursos como la microscopia y la histología, evidentemente no pudo identificar tales "úlceras" como tejido endometrial disperso.

Sin embargo, durante los siglos siguientes, a las mujeres con síntomas de endometriosis, es decir dolores menstruales e infertilidad, aun así se les diagnosticaba "histeria" que no se atribuía a ninguna enfermedad concreta. No fue hasta 1860, cuando el médico, patólogo, filósofo y político austriaco Carl Von Rokitansky publicó una descripción detallada de la endometriosis, identificando la enfermedad como cúmulos de tejido endometrial disperso a los que llamaba "adenomiomatas". Más adelante, varios médicos y patólogos reconocieron y describieron la enfermedad (normalmente en la disección de cadáveres, ya que la cirugía en aquellos tiempos estaba aún en sus orígenes) y especularon sobre sus causas. Denominaron la enfermedad de diferentes formas: hematocele catamenial, tumores de sangre, quistes sanguíneos rectos uterinos, retención menstrual o cistosarcomas.

Algunos tratamientos históricos utilizados a finales del siglo XIX y principios del siglo XX contra los síntomas de la endometriosis fueron: 
  • Psicoterapia, ya que muchos médicos aún atribuían los síntomas a "histeria", considerando la enfermedad como algo de origen psicótico e incluso relacionado con la ninfomanía. El enfoque psicológico incluía tratamientos como la terapia electro convulsivo (inducción de convulsiones en la paciente aplicando corriente eléctrica en su cabeza).
  • Sanguijuelas aplicadas vaginalmente. Había médicos que desaconsejaban este tratamiento, ya que las mordeduras de las sanguijuelas causaban picor, lo que creaba "malos hábitos" en la paciente.
  • Sangría (extracción de sangre)
  • Morfinaalcohol y opio como analgésicos
  • "Pinkham's Vegetable Compound", una mezcla de diferentes plantas medicinales que, según el fabricante, ayudaba contra todo tipo de desórdenes ginecológicos, y que fue gran éxito comercial al principio del siglo XX.
  • Éter etílico mezclado con licor
  • Cáusticos y compuestos mercuriales inyectados en la cavidad uterina
  • Dispositivos que mantenían el cérvix abierto (pronto en desuso, ya que frecuentemente llevaban a infecciones uterinas)
  • Enemas. Algunos médicos recomendaban un enema compuesto de ácido sulfúrico diluido y trementina.
  • Extracción quirúrgica de las lesiones visibles mediante raspado con las uñas del cirujano
  • Extracción quirúrgica de los ovarios y del útero; anteriormente a conocerse la existencia de bacterias y por tanto la importancia de la esterilidad en las intervenciones, éstas tenían una mortalidad que rondaba el 75%.

El médico estadounidense Thomas Cullen se convirtió en uno de los mayores expertos en la enfermedad de su tiempo. Fue el primero en descubrir que la endometriosis podía en algunos casos invadir los nervios pélvicos, el apéndice, y los uréteres. Con las posibilidades primitivas de su época trató casos de endometriosis infiltrativa intestinal severa mediante cirugía, en algunos casos exitosamente, pero en muchos otros dando como resultado la muerte de sus pacientes sobre todo debido a infecciones.


Sin embargo, el término endometriosis no fue introducido hasta 1927, que es cuando el ginecólogo Dr. John A. Sampson lo utilizó en sus publicaciones, revolucionarios en el entendimiento de la enfermedad. Fue Sampson quien postuló la menstruación retrógrada como causa de la endometriosis (véase Metastatic or Embolic Endometriosis, due to the Menstrual Dissemination of Endometrial Tissue into the Venous Circulation, enlace externo, en inglés) y quien describió los endometriomas o quistes de chocolate como una variante de la misma enfermedad.

Una vez reconocida la endometriosis como una enfermedad mediada por hormonas y relacionada con el ciclo femenino, los médicos e investigadores se centraron en encontrar un tratamiento también hormonal para aliviarla. Se utilizaban, con éxito variable y casi siempre con notables efectos secundarios, progesterona, testosterona, altas dosis de estrógenos y también la recién inventada píldora anticonceptiva (que en aquellos tiempos contenía dosis de hormonas mucho mayores que hoy en día). En los años 70 se lanzó el Danazol como primer fármaco específico para tratar la endometriosis.


Con el desarrollo de antibióticos, anestésicos eficaces y técnicas de cirugía cada vez más avanzados, también el tratamiento quirúrgico de la enfermedad ganó más importancia. Inicialmente, la histerectomía y la extirpación de los ovarios seguían siendo el tratamiento estándar para casos severos de endometriosis. Fue la cirugía laparoscópica (es decir, guiada por cámara y a través de pequeñas incisiones) que permitió el desarrollo de técnicas quirúrgicas más selectivas, permitiendo la extirpación de focos de endometriosis singulares conservando en medida de lo posible los órganos reproductivos internos.


Andres

domingo, 12 de julio de 2015

ENDOMETRIOSIS PERINEAL MALIGNIZADA

En mi búsqueda por encontrar más información sobre esta enfermedad encontré en la Revista Venezolana de Oncología otro caso de Endometriosis Perineal malignizada que lo copie de este link: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=s0798-05822007000400009&script=sci_arttext

INTRODUCCIÓN

La endometriosis pélvica normalmente se refiere a implantes del endometrio a nivel de las trompas de Falopio, ovarios y el peritoneo pélvico. La endometriosis extrapélvica se refiere a implantes del endometrio encontrados en otras áreas del cuerpo, incluyendo la vagina, vulva, cuello uterino y periné, en el canal inguinal, el sistema urinario, el tracto gastrointestinal, pulmones, extremidades, piel, y el sistema nervioso central(1).

La endometriosis pélvica es clasificada por lo general según la Clasificación de la Sociedad Americana de Fertilidad, revisada en 1985(1), sin embargo, no existe ningún sistema uniformemente aceptado para clasificar la endometriosis extrapélvica. Un sistema de clasificación ha sido sugerido por Markham (2) dividiendo la endometriosis extrapélvica en cuatro clases: clase I designada como enfermedad del tracto gastrointestinal; clase U, a la de los órganos del tracto urinario; clase L, a la enfermedad pulmonar y torácica; y clase O que se refiere a todos los demás sitios. Además las clases se subdividen basándose en la existencia de enfermedad intrínseca o extrínseca y en el tamaño de las lesiones. Este sistema de clasificación no ha sido ampliamente utilizado. 

La epidemiología, el diagnóstico, y la historia natural de la endometriosis extrapélvica parecen diferir un poco de la endometriosis pélvica. Permanece incierto si las lesiones distantes de los sitios pélvicos tengan la misma fisiopatología, y si las mismas modalidades diagnósticas y terapéuticas son las apropiadas. La prevalencia real de la endometriosis extrapélvica es desconocida, aunque es ciertamente más rara que la pélvica.

No existen estudios bien definidos desde el punto de vista epidemiológico y la prevalencia estimada depende de la población estudiada, los métodos usados para hacer el diagnóstico y la experiencia quirúrgica de los investigadores. Aunque el predominio global de endometriosis se estima entre 5 % y 10 % en mujeres de edad fértil, la mayoría de los estudios ha encontrado sólo una pequeña proporción de casos en sitios de endometriosis extrapélvica (3,4).

La endometriosis extrapélvica se diagnostica en una población mayor que la endometriosis pélvica. La edad promedio al momento del diagnóstico de endometriosis extrapélvica es entre 34 y 40 años y la endometriosis pélvica normalmente se diagnostica entre los 25 y 30 años de edad(5-7).

La mayoría de los casos de endometriosis cutánea se desarrolla en el sitio de una cirugía anterior. La incidencia de endometriosis en las cicatrices quirúrgicas se estima alrededor de 3,5 %, ocurriendo la mayoría de los casos después de la incisión del útero grávido(3). La incidencia de endometriosis cutánea después de una histerectomía obstétrica es más alta que después de una cesárea, y los síntomas normalmente aparecen entre 6 meses y unos años después de la cirugía abdominal. Se reportan en la literatura 81 casos de endometriosis cutánea espontánea que son casos excepcionales(8).

Se han informado más de 200 casos de endometriosis en la cicatriz umbilical. Una revisión retrospectiva de 82 casos de endometriosis cutánea citó 42 casos (51 %) en la pared abdominal 28 casos (34 %) en el ombligo, y el resto de casos involucró la región del inguinal, labios, y perineo (15 %)(9). Todos los casos estaban en cicatrices quirúrgicas anteriores, con excepción de aquellos en la región inguinal. La alta incidencia de una cesárea anterior (62 %) en esta serie, sugiere que el endometrio del embarazo pudiera tener características que acentúan el implante. Un endometrioma de la pared abdominal que se presentó en un sitio del trocar del laparoscopio se informó por primera vez en 1995(10). La endometriosis umbilical también ha sido reportada por Schwayder(11) después de una esterilización tubárica laparoscópica, y Brenner y Wohlgemuth(12); Purvis y Tyring(13) informaron casos de endometriosis adyacente a las cicatrices infraumbilicales de laparoscopia. Aunque raro, se han informado unos casos de endometriosis de la pared abdominal en la asociación con la amniocentesis(14,15).

La endometriosis cutánea no es difícil diagnosticar, y los pacientes generalmente disfrutan de un buen pronóstico. Los síntomas que sugieren endometriosis cutánea incluyen una masa lentamente creciente, blanda que tiende a hacerse más dolorosa en la asociación con la menstruación. El sangrado cíclico puede ocurrir en el sitio de la lesión, y deben excluirse la existencia de hernia, granuloma de la sutura, lipoma, atrapamiento del nervio y carcinoma de piel. El diagnóstico puede hacerse por punción  aspiración con aguja fina, aunque en ocasiones no es el método adecuado pudiendo no distinguirse entre endometriosis y carcinoma. Pudiesen ser útiles el ultrasonido o TAC, pero los resultados son a menudo inespecíficos(16). La escisión quirúrgica sigue siendo el tratamiento de elección para todos los tipos de endometriosis cutánea, proporcionando así el diagnóstico y tratamiento definitivos(17).

ENDOMETRIOSIS EXTRAPERITONEAL DEL TRACTO GENITAL

La verdadera incidencia de endometriosis vaginal es imprecisa porque los implantes pueden ser pequeños y asintomáticos y no ser detectados. La endometriosis diagnosticada en las muestras de biopsia, podrían confundirse con la adenosis vaginal, y focos de endometriosis en la cúpula vaginal después de una histerectomía pudieran malinterpretarse como tejido de granulación. La endometriosis vaginal está frecuentemente asociada con el desarrollo extenso de la pelvis posterior y del septum rectovaginal(18); este hallazgo demuestra la naturaleza invasora de la lesión.

Los síntomas relacionados con la endometriosis vaginal incluyen dispareunia, presión vaginal y dismenorrea, el sangrado intermenstrual, menorragia y el sangrado poscoital, aunque son síntomas raros, pueden ocurrir. La enfermedad profunda que normalmente involucra el septum rectovaginal se encuentra a lo largo de los vasos y linfáticos y las lesiones normalmente contienen más estroma que elementos glandulares(19).

La endometriosis cervical se ha descrito como un hallazgo aislado y se desarrolla desde el septum rectovaginal. El compromiso es generalmente superficial, aunque la invasión profunda puede ocurrir. La apariencia de la endometriosis cervical también puede confundirse con el adenocarcinoma(20,21). La endometriosis en la vulva se encuentra generalmente en sitios de cirugía anterior. Las lesiones vulvares aparecen como zonas sobreelevadas, con una apariencia azulada y generalmente son dolorosas. La endometriosis también puede ocurrir en las cicatrices de episiotomías, y es frecuente encontrar endometriosis perianal en las pacientes con historia anterior de episiotomías.

Las lesiones del tracto genital inferior deben incluir la biopsia excisional para su diagnóstico y tratamiento, así como para descartar malignidad. El examen quirúrgico de la pelvis, por laparoscopia o laparotomía, se indica cuando los síntomas son sugestivos de enfermedad pelviana. El tratamiento puede efectuarse con danazol o agonistas de GnRH en mujeres que desean fertilidad aunque la cirugía se requiere en los casos de enfermedad extensa.

TRANSFORMACIÓN MALIGNA

El tejido endometriósico raramente sufre transformación maligna, ocurriendo en 0,7 % a 1 % de casos(26) y está frecuentemente asociado con enfermedad que involucra el ovario. Sampson (27) definió tres criterios usados para definir una neoplasia de origen endometriósico:

1. Que la endometriosis este íntimamente asociado con el cáncer. 2. La histología del cáncer sea compatible con el origen del tejido endometrial. 3. No se identifique ninguna otra neoplasia como primaria. Las atipias de las glándulas endometriales apoyan la transformación maligna. La prueba definitiva de transformación requiere la progresión y el cambio de un tejido benigno a una forma maligna; la presencia simultánea de tejidos benignos y malignos no puede ser considerada como concluyente.

En 1990, en una revisión efectuada por Hitti(28), este realizó varias conclusiones sobre neoplasias desarrolladas en sitios de endometriosis extrapélvica: 1. La ocurrencia de transformación maligna en endometriosis extraovárica es sumamente rara (sólo 60 casos informados). 2. Todas las neoplasias carcinomatosas y sarcomatosas descritas son de origen mülleriano. 3. El 90 % de carcinomas son de tipo endometrioide. 4. El carcinoma de células claras representa el 5 % de todos los carcinomas.

Las neoplasias desarrolladas en endometriosis extraovárica aparecen paralelamente en el endometrio. En 35 casos cambios neoplásicos en los implantes endometriósicos extraováricos fueron informados por Novak y Woodruff en 1980(29). La edad media de las pacientes en esta revisión era de 48 años, con un rango de 30 años a 73 años. A 13 involucraron el septum rectovaginal, 4 estaban en la vagina, 3 en la ampolla rectal, y el resto se describió en las trompas de Falopio, parametrio, cuerpo y cuello uterino, vulva, ligamentos uterosacro, intestino grueso o delgado, ombligo, y ganglios linfáticos. A 28 cánceres se clasificaron como tipo adenocarcinoma, y el resto eran adenocantomas. Sólo 2 de los 10 pacientes monitorizados tuvieron buena sobrevida a los 5 años con la terapéutica aplicada. Se han descrito sólo 6 casos de adenocarcinoma de células claras que se desarrollan en endometriosis extraovárica(28). También se ha informado de un adenocarcinoma de células claras que se desarrolló en un foco endometriósico dentro del canal de Nuck y la vulva(30). El canal de Nuck es un conducto peritoneal dentro del ligamento redondo que se inserta en el borde superior del labio mayor. Kobayashi (31) informó de un adenocarcinoma de células claras del ovario que se había desarrollado en un foco de endometriosis en un embarazo temprano. Un carcinoma de células escamosas que se desarrolló en tejido endometriósico se describió en el recto de una mujer 48 años. No se informaron datos de sobrevida(32).

CASO CLÍNICO

Presentamos el caso de una paciente de 41 años, IIG, IP e IC con antecedente de episiotomía durante el parto y miomectomía a los 34 años (no documentado). Refería menstruaciones regulares de 3/26-30 días y desde 1 año previo a su ingreso a nuestro servicio, aumento de volumen y dolor en región perineal y glútea derecha, progresivo; además de sangrado genital cíclico.

Al examen físico se evidenciaba a nivel abdominal una cicatriz suprapúbica tipo Pfannestiel y otra media infraumbilical por antecedentes quirúrgicos, se palpaba en hipogastrio un tumor de aproximadamente 10 cm, de consistencia dura, móvil, no doloroso. Al examen ginecológico se observó un aumento de volumen de la región perineal y glútea derecha de aproximadamente 12 cm, de consistencia aumentada, bordes mal definidos, fijo, doloroso y sin signos de flogosis; la vagina era normo térmica y normo elástica con induración a nivel de la pared lateral derecha, dolorosa. La especuloscopia y el tacto bimanual fue difícil de precisar por el dolor referido por la paciente, resto del examen físico se apreciaba sin alteraciones.

Dentro de los estudios paraclínicos realizados se encontraban un ultrasonido de partes blandas que reportó una imagen anecoica (quiste gigante hemorrágico) a nivel del muslo, que se extendía hasta la región perineal derecha de 20 cm x 25 cm, con ecos difusos en su interior. El ultrasonido transvaginal evidenció una imagen hipoecoica pélvica de 120 mm, globosa que parecía continuarse en su tercio inferior con imagen hipoecoica de 37 mm, sugestiva de cuello uterino, el contenido de la imagen demostraba abundante celularidad y paredes gruesas, lo cual pudiera corresponderse con cavidad uterina llena, siendo difícil precisar cuerpo uterino como tal, así como los ovarios, concluyendo el estudio como una posible hematometra que comprimía la vejiga. 

La tomografía axial computada abdominopélvica informaba sobre la presencia de una imagen hipodensa (rango líquido), lateralizada a la hemipelvis derecha, de 101 mm x 77 mm, de bordes regulares, que no captaba contraste y que impresiona hacer cuerpo con el fondo uterino, no siendo descrito las dimensiones y características del mismo, además dicha lesión comprimía la vejiga. Igualmente reportó una imagen de bordes lobulados, (rango de partes blandas) que comprometía la fosa isquiorrectal derecha y se encontraba en contacto con el diafragma pélvico y la pared del ano adyacente. 

La punción aspiración con aguja fina y bloque celular que se le realizó a la lesión perineal fue reportada compatible con un adenocarcinoma de tipo endometrioide (G2). En vista de tal hallazgo citopatológico, se decidió realizar una biopsia con aguja gruesa la cual confirmó el diagnóstico.

Otros exámenes realizados como la rectosigmoidoscopia, cistoscopia y la radiología del tórax, fueron reportados sin alteraciones. 
Se ingresó en el servicio de ginecología del Hospital Vargas de Caracas con los diagnósticos:

1. Tumor pélvico: hematometra versus tumor ovárico; 2. Tumor sólido de fosa isquiorrectal derecha: ADC endometrioide moderadamente diferenciado G2, se plantea la posibilidad de neoplasia maligna primaria de endometrio o de ovario con metástasis a región vulvoperineal.
Con estos diagnósticos se decide realizar una laparotomía ginecológica, la cual presentó como hallazgos: 1) Ausencia de útero, 2) Tumor de anexo izquierdo de aproximadamente 10 cm de diámetro con contenido de líquido espeso achocolatado, con adherencias firmes entre el tumor y colon, ovario derecho de 3 cm x 4 cm, sin alteraciones aparentes, ambas trompas sin alteraciones, apéndice cecal indurada; por lo que se le realizó ooforosalpingectomía bilateral y apendicectomía. El diagnóstico histopatológico definitivo reportó que el ovario izquierdo presentaba un quiste endometriósico, el ovario derecho un quiste folicular, y a nivel del apéndice focos de endometriosis.

Se realizó discusión del caso clínico con los hallazgos posoperatorios, previa solicitud de informe médico de la intervención quirúrgica anterior, el cual señalaba que a la paciente se le había realizado hace 7 años histerectomía abdominal total con conservación de anexos por leiomiomatosis uterina anemizante; en vista de tratarse de una neoplasia primaria en un foco endometriósico de periné, se propone tratamiento adyuvante para la paciente con radioterapia externa y quimioterapia.

La evolución de la paciente fue tórpida presentando a los 6 meses metástasis hepática del carcinoma endometroide de periné, y fallece a los 8 meses del posoperatorio, sin haber cumplido el tratamiento adyuvante.

DISCUSIÓN

La transformación maligna de la endometriosis es un fenómeno poco común, que puede ocurrir tanto en gónadas como en tejido extragonadal(33). Como hemos observado en la revisión de la literatura, existen reportados hasta 1990 tan sólo 60 casos de esta neoplasia que se desarrolla en un foco endometriósicoextragonadal. Mutaciones en los genes que codifican enzimas del metabolismo como la GALT y GSTM, han sido implicadas en la patogénesis de la endometriosis y su progresión hacia un carcinoma. La inactivación del gen de supresión tumoral PTEN, es un evento temprano en el desarrollo de carcinoma endometrioide de ovario(34). Se han informado casos de cáncer provenientes de endometriosis ovárica (cistoadenocarcinoma seroso, carcinoma endometrioide), a quienes se les realizó estudios de inmunohistoquímica, comparando la expresión de oncoproteínas de los tumores y el tejido endometriósico, así como la hibridización genómica comparativa. Los resultados sugieren que anormalidades de la proteína p53 y aberraciones cromosómicas pueden estar implicadas en la transformación maligna de la endometriosis(35). Otros estudios presentaron casos de carcinoma invasivo desarrollado en endometriosis extragonadal, con curso clínico diferente, evaluando la expresión de citoqueratinas y glicoproteínas CD-44; observándose la expresión de la CK-7 más elevada en el tejido neoplásico que en el endometriósico, y la expresión de la proteína CD-44 (marcador de  metástasis potencial), estaba muy elevada en pacientes con progresión de la enfermedad(36).

Como conclusión: la transformación maligna de un foco endometriósico puede ocurrir aunque raramente, en cualquier sitio del implante, desarrollándose entonces como una neoplasia primaria. Los tumores originados en focos de endometriosis son por lo general de bajo grado y confinados al sitio de origen. Presentamos este particular caso para plantear que son muchos los diagnósticos diferenciales a los cuales nos enfrentamos abordando esta patología, ya que como hemos señalado tanto la clínica como los reportes de los estudios paraclínicos realizados no eran concluyentes; en este caso el diagnóstico definitivo fue retrospectivo y posterior al protocolo quirúrgico; cumpliendo así los criterios diagnósticos establecidos por Sampson de neoplasia primaria desarrollada en un foco extrapélvico de endometriosis(27).
Andres